lunes, 19 de enero de 2015

TRANSCENDENCE

Año: 2014
Países: EEUU, Reino Unido
Dirección: Wally Pfister
Intérpretes: Johnny Depp, Rebeca Hall, Paul Bettany, Kate Mara,Morgan Freeman, Cillian Murphy, Cole Hauser, Clifton Collins Jr., Josh Stewart
Guión: Jack Paglen
Música: Mychael Danna
Fotografía: Jesse Hall

Película construida sobre un flash-back, el científico Max Waters recuerda a sus amigos y colegas de investigación artificial, el matrimonio formado por Will y Evelyn Casters, en un futuro distópico próximo, en que las comunicaciones se han colapsado, han desaparecido las redes de internet y telefonía móvil que supuestamente hacían el mundo más pequeño. Will es un científico visionario de gran prestigio pero al mismo tiempo muy controvertido, que en colaboración con varios laboratorios, y al margen de las agencias gubernamentales, ha trabajado en una máquina inteligente con ciertas capacidades emocionales y conocimiento en continua progresión, que podría hacer más fácil la vida al hombre. Pero grupos antisistema, que recurren incluso a actos terroristas para alcanzar sus objetivos, consideran que su trabajo está dando paso a una visión blasfema de Dios, un ente artificial que podría tomar sus propias decisiones, sin seguir las órdenes de sus creadores, limitando así la libertad del ser humano. De modo que atentan contra la vida de Will utilizando balas radioactivas, y éste, sabiendo que sus días están contados, acelerará con la ayuda de su esposa sus trabajos con la idea de transferir su propia conciencia a la máquina. Un modo de proceder que desagrada a Max, que piensa que existen límites éticos en la investigación científica. Los resultados son en cualquier caso increíbles, pero la duda es si Will máquina es el Will humano que todos conocieron.

En el fondo, esta película es una triste historia de amor. Él, que va a morir y ella que, desesperadamente, desea que sobreviva cómo sea. ¿Solución?.Convertir a Will en una máquina. Y, al final, claro, se plantea la clásica pregunta: ¿el fin justifica los medios?. ¿El mantener vivo, de alguna manera, al marido, a toda costa, justifica la creación de una máquina, que parece que es Will, pero que manifiesta una sed insaciable de poder?. Aparentemente la respuesta es fácil: el fin no justifica los  medios, cuando éstos son ilicitos o inmorales, como parece que sucede en la película (de hecho, la propia mujer se revela contra la máquina). Sin embargo, en la práctica, hay que ser enormemente comprensivos. No justificar, porque no se puede justificar lo injustificable, pero sí entender. Me hace recordar la actitud, desesperadamente angustiosa, de la mujer de un político muy conocido, que estaba aquejado de Alzheimer, y que pedía la utilización de embriones humanos como material de investigación para poder curar a su marido, de quien estaba muy enamorada. Hay que entender la actitud de esta mujer, pero al mismo tiempo saber cuales son los límites de su petición, sobre todo cuando sabes que esos embriones humanos, los que creen que no son personas, tienen al menos una cualidad: se van a convertir en personas. Y no digamos nada si se piensa que efectivamente son personas, hayan nacido o no. En este caso, no se van a convertir en personas: ya lo son.

lunes, 5 de enero de 2015

EN UN LUGAR SIN LEY

Año: 2013
País: EEUU
Dirección: David Lowery
Intérpretes: Rooney Mara, Casey Affleck, Ben Foster, Keith Carradine, Nate Parker, Rami Malek, Charles Baker, Heather Kafka
Guión: David Lowery
Fotografía: Bradford Young

Bob (Casey Affleck) y Ruth (Rooney Mara) son una joven pareja de fugitivos en los años 70. Enamorados y despreocupadamente felices, sobreviven gracias a los delitos que cometen, ajenos a los peligros de vivir al margen de la ley. Un día, Ruth, accidentalmente, mata a uno de los policías que los están persiguiendo. Bob asume la culpa y es arrestado. Cuatro años más después, incapaz de soportar por más tiempo la separación de su mujer y de su hija, a la que no ha llegado a conocer, Bob escapa de prisión con un único objetivo: recuperarlas.

Cine poderoso, de mundos interiores, de personajes recios, de vidas duras, de presentimientos trágicos. Quizás el guión presenta alguna debilidad, pero ya se sabe que no todo puede ser perfecto. El amor de los dos forajidos -porque eso son-tiene una cualidad que lo hace verdadero. Está avalorado por el sacrificio. Solo el amor que se sacrifica por el otro es verdadero amor. Lo demás es egoísmo, consecución del propio placer y poco más. Bob ama a Ruth con un amor así. No duda en ir a la cárcel para salvarla. Incluso cuando se escapa, pudiendo irse a otro lugar, va en su busca, aún a riesgo de volver a ser cogido o de morir.

Ruth también ama a Bob, pero tiene sus dudas. Son ya cuatro años de espera y se empieza a cansar. En realidad, eso pasa en cualquier relación. Los altos y los bajos, los días monótonos forman parte del sueldo de cualquier pareja. Hay que echar mano, entonces, de la lealtad a aquel compromiso que se formuló quizás muchos años atrás. Y los cristianos, además, sabemos que Dios garantiza ese compromiso con la fuerza de un sacramento grande: el sacramento del matrimonio.