lunes, 4 de abril de 2016

EVEREST-Everest

Año: 2015
Países: EEUU, Reino Unido
Dirección: Baltasar Kormákur
Intérpretes: Jason Clarke, Josh Brolin, Jake Gyllenhaal, John Hawkes, Keira Knightley, Emily Watson, Martin Henderson, Michael Kelly, Sam Worthington, Clive Standen, Elizabeth Debicki, Robin Wright, Naoko Mori, Thomas M. Wright, Vanessa Kirby, Tom Goodman-Hill.
Guión: William Nicholson, Simon Beaufoy
Música: Dario Marianelli.
Fotografía: Salvatore Totino
 
Inspirada en hechos reales (1996) que tuvieron lugar durante un intento por alcanzar el pico más alto del mundo, la película describe el recorrido de dos expediciones que se enfrentan a una gran tormenta de nieve y que dan lugar a una gran tragedia,
 
Sin entrar en valoraciones artística de esta película, me da la impresión que todo el dinero gastado en la misma no ha dado de sí todo lo que tendría que haber dado. Basta pensar en el poco jugo que se le saca a los intérpretes-de lo mejorcito del cine en esos momentos-ý no sólo porque son personajes planos, sino también porque en la película, al ir tapados a causa de la ascensión, apenas se sabe quien es quien.
 
Por otro lado, entrando en el contenido de la película, me ha parecido que sólo va acerca de unos pijos que gastan una enorme cantidad de dinero exclusivamente por el "dudoso" placer de alcanzar la cumbre. Me resulta llamativa el personaje encarnado por Josh Brolin, un hombre rico que no duda en abandonar a su familia para ¿olvidarse? de sus problemas escalando el Everest. No es más que un hombre inmaduro que deja a su mujer y a sus hijos para darse el capricho de escalar la montaña más alta del mundo. Y, a riesgo de su vida, a pesar de la aparente garantía de seguridad que da la empresa encargada de subirle al Everest. Pero, eso sí, llama a su mujer desde la montaña para decirle que está asustado.
 
Es claro que nadie pierde su personalidad en el matrimonio, pero también lo es que ser "cónyuge" significa estar comprometido. Y que el interés de la familia está por encima del interés propio de los cónyuges. Este hombre, al casarse, debió de saber que ya no puede hacer lo que le da la gana, porque -¡que palabra tan poco políticamente correcta!- su mujer y sus hijos están por delante de sus propios intereses. No podía ir al Everest, así como así, por muchas garantías de seguridad que le dieran y menos cuando ni siquiera era un experto alpinista. Ni su vida ni su tiempo son ya, después del matrimonio, enteramente suyos.
 
La realidad es que  vuelve a casa gravemente herido. ¿Le ha compensado ello el capricho de subir al Everest?. El subir al Everest, ¿compensa el sufrimiento que causó a su familia cuando se marchó? .¿Y el sufrimiento que va a tener la misma viéndole tan horriblemente mutilado?. A  riesgo de ser pesado, el cónyuge ya no se pertenece a sí mismo: pertenece a su marido, pertenece a su mujer.