lunes, 26 de diciembre de 2016

ANTES DEL AMANECER-Before Sunrise

Año: 1995
Países: Austria, EE.UU., Suiza
Dirección: Richard Linklater
Intérpretes: Ethan Hawke, Julie Delpy
Guión: Richard Linklater, Kim Krizan
Música: Fred Frith
Fotografía: Lee Daniel

Jesse (Ethan Hawke) es un joven periodista norteamericano que viaja en el tren Budapest-Paris. En el trayecto conoce a Celine y ambos entablan una conversación que se va a alargar una noche antes de seguir cada uno con su destino.

En el curso de esa noche se conocen a fondo, discuten y revelan cuestiones diversas como la vida, la muerte, el amor y el sexo.

Celine y Jesse son, para muchos, un icono del amor cinematográfico. La historia es perfecta, desde el principio hasta el final (¡buen final!). Y perfectas también son las interpretaciones de Hawke y de Delpy (¡qué monos y tiernos los dos!), derrochando química entre ellos.

Sin embargo, a me aburrió, no solo por el ritmo lento y parsimonioso de la película, sino porque en algún momento todo me pareció artificial (el incesante filosofeo veinteañero de los protagonistas puede cargar a más de un espectador). Sin contar con que todas esas palabras se las lleva el viento, porque la segunda parte de esta trilogía es deprimente, al no haberse cumplido un sueño como el de volver a verse mientras eran jóvenes.  Pero, ¡bueno!, para muchos es la película de su vida.

lunes, 12 de diciembre de 2016

NUESTRA HERMANA PEQUEÑA-Umimachi Diary

Año: 2015
País: Japón
Dirección: Hirokazu Koreeda
Intérpretes: Haruka Ayase, Masami Nagasawa, Kaho, Suzu Hirose, Ryo Kase, Ryohei Suzuki, Takafumi Ikeda, Kentaro Sakaguchi, Ôshirò Maeda, Shin`ichi Tsutsumi, Jun Fubuki, Kirin Kiki, Shinobu Ohtake.
Argumento: Akimi Yoshida (manga)
Guión: Hirokazu Koreeda
Música: Yoko Kanno
Fotografía: Mikiya Takimoto.

Una historia muy sentida, entrañable, humana. Con una emotividad que evita el riesgo del empalagamiento. Y tremendamente femenina. Sachi, Yoshino y Chika son tres hermanas que han debido aprender a cuidarse solas desde la ruptura de sus padres, él se fue con otra mujer, y ella, poco responsable, no fue el apoyo que debiera haber sido. De algún modo a Sachi, la mayor, le tocó hacer de madre. La noticia de la muerte del progenitor conduce a las tres hermanas a participar en sus honras fúnebres. La ocasión les permite conocer a su medio hermana pequeña Suzu, adolescente encantadora y responsable, a la que proponen que se vaya a vivir con ellas.

Es una hermosa película sobre la vida misma, y las cosas que hacen que merezca la pena vivirla: el amor, la entrega, la generosidad, el perdón, la familia (la unión familiar puede con todos los problemas), la aceptación de la muerte y la honra a los antepasados. 

Es una historia que funciona como una pieza de cámara admirable, llena de sensibilidad y ternura, teniendo la fragancia de los clásicos perdurables por su simplicidad, delicadeza y calidez. Es un relato sobre tres hermanas que devienen en cuatro, pero también es el relato de una reconciliación familiar o el relato de cómo los lazos entre unas hermanas puede  darle sentido a la vida.

La cámara parece ser una más de la familia. Es una familia desestructurada donde fluye el amor. Y eso le da sentido a todo lo que vemos, compartimos y admiramos. La abnegación -a veces limítrofe con la obcecación- o la ceguera forman parte de este microcosmos que presenciamos, que deambula entre la muerte, los desamores, la pérdida, los reencuentros, las cenas o comidas, las lluvias torrenciales, los paisajes añorados, los recuerdos compartidos o los secretos revelados. Todo lo mínimo y trivial tiene cabida en esta obra sin argumento aparente, sin trama reconocible más allá de lo anecdótico y fugaz que configuran el devenir cotidiano de cualquier ser humano.

Capturar lo poético no es tarea  fácil cuando de lo que se habla es de lo prosaico de la vida, del encadenado de jornadas cotidianas sin otro fulgor ni otro sobresalto que los desayunos, comidas y cenas insignificantes, de las jornadas laborales o escolares que llenan nuestra cabeza y que en su monotonía parecen carecer de relevancia o de trascendencia, de las visitas a los bares o restaurantes que habitamos desde siempre sin saberlo, de los ritos  cotidianos de cualquier familia de cualquier parte del mundo, independiente de su religión, latitud, o problemas. Extraer la poesía de unos kimonos recobrados, exprimir todo el aroma y el gusto a un licor afanosamente elaborado y conservado..parece tarea sencilla pero demuestra la mirada y el temple de un maestro que ama a sus personajes y sus fluctuaciones. Además, Kore-eda mezcla toques de humor, que le añaden un tono maravillosamente agradable a la película.

Hay en esta recreación de la vida familiar, en ese escenario cálido y acogedor, una mirada de autenticidad que traspasa la pantalla. Es grato sentarse a la sombra de los cerezos para compartir un retazo de sus vidas, sus momentos compartidos, sus luchas, sus contradicciones, sus risas, sus miedos, y su honestidad para afrontar la vida.

Hay una escena en la película de las que cortan el aliento: el instante en que las tres hermanas, ya subidas al vagón del tren, invitan a la pequeña a vivir con ellas. La niña da un paso adelante, parece que fuera a subir al tren en ese mismo momento, mientras dice: "iré".

Destaca poderosamente la personalidad de la hermana mayor. Es tan marcada, tan madura y tan hermosa a la vez, que lo llena todo. Tiene rostro de joven y ojos de anciana. Ha hecho de madre antes de tiempo, ha criado a sus hermanas y se ha convertido en el alma de esa casa vieja, que sin ella -sus hermanas, en el fondo, lo presienten- sería un ataúd. El drama de su vida es que también ella ama a un hombre casado, como lo amó la mujer que rompió su familia. Pero, paradójicamente, esa debilidad la salva, porque la vuelve comprensiva. Sin esa flaqueza, habríamos tenido a una mujer intransigente e incapaz de perdonar. Toda una lección de humanidad.

Es una película que te hace sentir cosas muy bellas, que sales del cine con una sonrisa y con el corazón un poquito más grande. No es fácil decir adiós, llegados los créditos finales, a Sachi y sus hermanas.

lunes, 5 de diciembre de 2016

ALICIA A TRAVES DEL ESPEJO-Alicia in Wonderland: Through the Looking Glass

Año: 2016
País: EEUU
Dirección: James Bobin
Intérpretes: Mia Wasikowska, Johnny Depp, Anne Hathaway, Helena Bonham Carter, Sacha Baron Cohen, Rhys Ifans, Lindsay Duncan, Ed Speleers, Andrew Scott, Frances de la Tour, Matt Lucas, Leo Bill, Geraldine James, Simone Kirby, Leilah de Meza, Owain Rhys Davies, Amelia Crouch, Joanna Bobin.
Argumento: Lewis Carroll (personajes)
Guión: Linda Woolverton
Música: Danny Elfman
Fotografía: Stuart Dryburgh.   

Es una nueva y espectacular aventura con los inolvidables personajes de las historias de Lewis Carroll, Alicia regresa al universo mágico del Submundo y viaja en el tiempo para salvar al Sombrerero Loco.

Esta es una película - y buena- de aventuras con los personajes de Carroll. Pero poco tiene que ver con su universo original. Y sin embargo, resulta una estupenda y  entretenida película, convencional y comprensible, con personajes y reacciones normales.

La película incide en las cosas que verdaderamente valen la pena y que importan en la vida, en primer lugar la familia -el amor del padre, de la madre-, pero también el sacrificio heroico por los amigos. Y quizá el pasado no pueda cambiarse (lo hecho, hecho está), pero siempre se puede aprender de él, perdonar o pedir perdón, y enderezar así el rumbo del futuro. Pero hay mas lecciones morales que la legitiman como una herramienta educativa muy potente: la percepción del tiempo, la ruptura de estereotipos sexistas, el esfuerzo por cumplir los sueños imposibles o la capacidad de creer y confiar en las personas.

Pero, como digo, ahonda la película en algo querido para Tim Burton: el tema de la familia. Vemos la relación de Alicia  con su madre, la de las hermanas Mirana e Iracunda y el sombrerero con su padre. Es esta última relación la que se convierte en uno de los trasfondos de la historia. Conocemos que su padre nunca confió en él, que nunca lo elogió, que fue víctima de su dureza, de su desprecio, de su falta de cariño y afecto dejando que las frustraciones entre ambas partes acabasen enquistadas y necesitadas de ser sanadas mediante el perdón. Y al mismo tiempo, vemos que es precisamente el amor de Alicia por su padre uno de los motores de su existencia.