País: EEUU
Dirección: Mike Binder
Intérpretes: Adam Sandler, Don Cheadle, Jada Pinkett Smith, Liv Tyler, Saffron Burrows, Mike Binder, Donald Sutherland.
Guión: Mike Binder
Música: Rolfe Kent
Fotografía: Russ T. Alsobrook
Nueva York. Alan es un afroamericano, padre de familia, dentista y cuya vida se diría reúne todos los elementos para que sea feliz. Se vuelve a encontrar, con el paso del tiempo, con Charlie, también dentista, pero que abandonó su profesión cuando su mujer y sus hijas perdieron la vida, en un avión, en terribles circunstancias. Está ahora profundamente traumatizado y desequilibrado como consecuencia de la pérdida de su familia. Alan comenzará a frecuentar su compañía.
Buena película donde el director Mike Binder aborda los problemas corrientes de la condición humana-los relacionados con la vida matrimonial, los hijos, la rutina, la insatisfacción-construyendo un relato lleno de interés.
Por un lado es interesante la recriminación a Alan por parte de su esposa, de que se diría que envidia la posición del amigo en desgracia, que al no tener familia y cobrar una sustanciosa indemnización por parte del Estado, tiene una independencia prácticamente total, carece de obligaciones con respecto a otros. Cuando realmente la peor parte la lleva Charlie, solo en el mundo, frágil emocionalmente, al borde de la desesperación. Alan se siente asfixiado por su mujer, por el control que tiene de él (piensa que no hace más que hacer los planes de ella). La esposa terminará reconociendo que le tiene que decir más veces que le quiere y Alan que tiene que ser más comunicativo con su mujer.
Charlie es un hombre desequilibrado, porque esconde una profundísima pena: la pérdida de su mujer y de sus hijas pequeñas. Probablemente se le podría aplicar algunas de las palabras de una canción de Demarco, relativas al amor, de verdad, de un hombre y una mujer: "Te pido Dios, sólo te pido que no los separes, porque si los separas se les para la razón". Se han cumplido literalmente estas palabras en Charlie: la muerte de su mujer le ha "parado" la razón. Le ha partido por la mitad.
Es también la película un mensaje emotivo en cuanto a la amistad y a la piedad, contada con mimo y sin caer en cursiladas. Alan le recordará a Charlie quién es y cómo era su vida antes de la desgracia, que es algo que no debe olvidar, sino superarlo. Pero Charlie también le hace notar, a su manera, que está dejando abandonado un tesoro: su mujer, su familia. Cada uno, a su manera, aportarán al otro el ingrediente que les faltaba en sus vidas.
Y es también emocionante la dulzura y la paciencia de la siquiatra que trata a Charlie.
