País: EEUU
Dirección: Mike White
Intérpretes: Ben Stiller, Austin Abrams, Jenna Fischer, Michael Sheen, Jemaine Clement, Luke Wilson, Shazi Raja,Luisa Lee, Mike White, Xavier Grobet.
Guión: Mike White
Música: Mark Mothersbaugh
Fotografía: Xavier Grobet
Brad Sloan, un tipo normal, hace un viaje con su hijo Troy para buscarle universidad.
Brad, con 47 años y un único hijo a punto de matricularse en la Universidad, siente que no ha hecho en la vida todo lo que hubiera querido, vendría a ser un fracasado. Mira en su entorno, piensa en los que fueron sus amigos de la Facultad y llega a la conclusión que ellos han triunfado. El en cambio se dedica a una ONG tecnológica que hace de intermediaria entre buenas causas y donantes y se casó con una mujer buena que nunca se quejó de nada.
Estupenda película, que dice cosas y no solamente nos presenta efectos especiales. Trata de la "crisis de los 50", esa edad en que la gente hace balance y llega a la conclusión que su vida es un fracaso o una mediocridad. Brad piensa que su trabajo es absurdo, sólo tiene ansiedad por el dinero (porque no se ha hecho rico en tantos años), tiene envidia de sus amigos aparentemente "triunfadores". Incluso culpa a su mujer de haberle impedido su desarrollo personal. Tiene tristeza por todas las vidas que no ha vivido, por todas las mujeres que no ha amado.
Brad tiene la crisis de la mediana edad. Unos la tienen a los cuarenta, otros a los cincuenta. Es la crisis del "ojalá": ojalá hubiera hecho ésto, ojalá hubiera hecho aquello, ojalá me hubiera casado con otra mujer. Sin embargo, la realidad es que Brad tiene una mujer encantadora, que le quiere profundamente. Un hijo un poco "soso", pero muy listo, que al final de la película también le dice que le quiere. Quizás su trabajo no sea el más brillante del mundo ni el que más dinero da, pero hace cosas por los demás. Es un hombre que se olvida de lo mucho que tiene anhelando lo que no tiene.
Quizás Brad-y se lo dice una compañera de su hijo (le ha contado "su penosa vida" y ella le mira estupefacta)-debería mirarse menos el ombligo y dar gracias a Dios por todo lo que tiene. ¿No se han cumplido todas las ilusiones de la juventud?. Es posible, pero eso es lo que hay. Brad tiene que aprovechar todas las cosas buenas que ya posee, que son muchas y pensar también que todavía le quedan años por delante para hacer más cosas buenas: no puede sentirse ya derrotado. También hay que señalar que con el correr de la película el personaje comienza a poner los problemas en perspectiva (a veces sin quererlo) y se va dando cuenta de lo que tiene. Con razonamientos coherentes y nada forzados. Aprenderá que, cuando uno se enfoca en lo que no tiene, está dejando pasar la oportunidad de disfrutar de los pequeños detalles en los cuales realmente se puede encontrar la felicidad.
Es también muy interesante la relación padre e hijo. Brad pasa por diversos estados de ánimo en relación con él. Desde ver en su hijo todo lo que él no fue hasta pensar que puede tener envidia de su hijo en el futuro porque puede ser un triunfador mientras que él es un fracasado. Su hijo se da perfecta cuenta en el viaje que están haciendo que su padre está en esa especie de crisis existencial, pero su respuesta es sencilla: ¡Te quiero, papá!
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