miércoles, 27 de marzo de 2013

NUNCA ES TARDE PARA ENAMORARSE



Año de producción: 2008
País: EEUU
Dirección: Joel Hopkins
Intérpretes: Dustin Hoffman, Emma Thompson, Eileen Atkins, Kathy Baker, Liane Balaban, James Brolin, Michael Landes, Richard Schiff
Guión: Joel Hopkins
Música: Dickon Hinchliffe
Fotografía: John de Borman

Dos personas maduras, un encuentro casual, la oportunidad para el amor al caer el dia. El es Harvey, divorciado neoyorquino, cuya hija está a punto de casarse en Londres. Le habría gustado ser pianista de jazz, pero ha debido conformarse con crear melodías y ambientes para anuncios comerciales. Y ella es Kate, eterna solterona, que trabaja en una empresa de encuestas en Londres, siempre pendiente de una madre que no para de llamarle, y que desea fervientemente que encuentre al hombre de su vida.

¿Son posibles las segundas oportunidades en el matrimonio?. ¿Es posible que Harvey tenga una segunda oportunidad con Kate?. En la película se nos lo presenta como culpable del divorcio de su primer matrimonio. Su hija también está desilusionada con él. ¿Será capaz Harvey de hacer feliz a Kate con el antecedente del primer matrimonio?. Su primera mujer no aguantó y se hartó. ¿Aguantará Kate?. No basta con el enamoramiento que se produce entre los dos. Ese enamoramiento también sucedió en el primer matrimonio de Harvey. ¿Podrá cambiar Harvey para que no se de la misma situación?. Porque se nos dice que Kate es de armas tomar: ¿soportará a Harvey si éste no cambia?. Porque ese enamoramiento se acabará más pronto que tarde.

La cuestión se plantea con toda su crudeza cuando llega la rutina. Ha desaparecido el enamoramiento y quedan los dos cónyuges, frente a frente, en su realidad diaria, que puede llegar a  ser aburrida. El marido quiere cambiar, entonces. Alguien más joven, que le ilusione. Sin embargo, la historia se repetirá. Tarde o temprano, la rutina diaria se impondrá. ¿Volverá a cambiar de pareja?. Y lo mismo podríamos decir de la mujer.

Y es que, cuando marido y mujer dijeron “sí”, se aceptaron mutuamente. Pero se aceptaron cómo eran en el momento presente y como serían en el futuro, con sus cosas buenas y sus cosas menos buenas, con sus días alegres y sus días –que son más- rutinarios, con sus virtudes y sus defectos. Si ésto no se tiene claro, ese matrimonio fracasará. Tarde o temprano saldrán los defectos, como en el caso de Harvey y tarde o temprano surgirá la desilusión nacida de los días grises. La tentación de cambiar será grande. Pero esa persona, si ha elegido bien , es el hombre o la mujer de cada uno de ellos, a pesar de los pesares. Si son cristianos, tendrán que recordar que Dios les ha dado una ayuda muy concreta para salir adelante, en los días tristes o cuando el Harvey de turno sea  un ser lleno de defectos.

jueves, 21 de marzo de 2013

ONCE




Año de producción: 2006
País: Irlanda
Dirección: John Carney
Intérpretes: Glen Hansard, Markéta Irglová, Bill Hodnett, Danuse Ktrestova, Marcella Plunkett.
Guión: John Carney
Música: Glen Hansard
Fotografía: Tim Fleming

El protagonista es un joven que cada día se aposta con su guitarra en Grafton Street, la calle peatonal más emblemática de Dublín. Un día, una chica que vende flores en la misma calle le escucha con gusto y le pregunta acerca de su vida. El le explica que además de trabajar en un modesto negocio familiar, compone y canta sus propias canciones para sacar un dinero extra. Al día siguiente, vuelven a verse, charlan y se divierten, y resulta que ella, de nacionalidad checa, tiene estudios de piano. Poco a poco comienzan a hacerse amigos, quedan para tocar juntos y pronto cada uno le cuenta al otro sus anhelos y tristezas en la vida y en el amor. Y se enamoran. El título de la película da pistas acerca de lo que vemos: el amor puede nacer de nuevo. Otra cosa es lo que hagamos con el.

Ella está casada. Pero su marido está lejos. El tuvo una relación.  Ante la petición de él de irse a vivir juntos a Londres, ella se niega. Está su madre por medio y su marido al que no quiere, pero que acepta que vuelva a vivir con ella ya que quiere que su hija Ivonka tenga un padre.

Hay una decisión dura donde la cabeza ha predominado sobre el sentimiento. ¿Iban a ser felices juntos?. No lo sabemos, pero la realidad es la que es y no se puede romper así como así. No se puede dejar sin más a una persona por otra, aunque se piense que se está enamorado de ella, porque hay otras, que por esa decisión (el marido, la madre, la hija de la protagonista) sufrirán.

Hay una madurez en la protagonista, que la hace capaz de esa  renuncia por otros seres queridos. ¿Sufre por ello?. Se ve que sí. Aunque al no aparecer un sentido religioso en esa renuncia, tampoco sabemos lo que sucedería después, cuando se canse del marido al que no quiere.

martes, 19 de marzo de 2013

LA DELICADEZA



Año: 2011
País: Francia
Director: David Foenkinos, Stéphane Foenkinos
Intérpretes: Audrey Tautou, François Damiens, Bruno Todeschini, Pio Marmaï
Guión: David Foenkinos (Novela: David Foenkinos)
Música: Émilie Simon
Fotografía: Rémy Chevrin

Nathalie (Audrey Tautou) pierde en un accidente al hombre del que está perdidamente enamorada. Después de una etapa de duelo, no puede creerse que el amor llame de nuevo a su puerta de la mano de Markus, un compañero de trabajo que nunca ha tenido éxito con las mujeres, y socialmente considerado poca cosa, pero que rebosa bondad y ternura. Un hombre que para ella supone la vuelta a la vida.

Se ha dicho que esta película es un “elogio a lo cursi”, porque Markus ni es un guaperas con éxito ni acosa a Nathalie. Al contrario, la trata con bondad y dulzura. Es tierno y sensible con ella de tal manera que Nathalie vuelve a recuperar lo que un día perdió: su capacidad de amar, su capacidad de sentir, su capacidad de reir y, sobre todo, su capacidad de ser feliz. Es más que un elogio a lo cursi: es un elogio a la delicadeza y bondad en las relaciones humanas.

A la vez, Markus reconoce que su amor por Nathalie le ha cambiado. Llega a decir, en un momento determinado, que <<ella me permite ser la mejor versión de mi mismo>>.
No es una película redonda, pero es una alabanza a los sentimientos delicados de un hombre por una mujer.

lunes, 18 de marzo de 2013

UP



Año de producción: 2009 
País: EEUU 
Dirección: Peter Docter, Bob Peterson 
Guión: Pete Docter, Bob Peterson, Thomas McCarthy 
Música: Michael Giacchino 

Una joya maestra de Pixar, que cuenta una historia entrañable, que atrapa. La película comienza con la historia de amor de Carl y Ellie, que constituirá el pórtico a la historia que la película propiamente cuenta. Son sólo cinco minutos, pero en ese breve período de tiempo, se nos enseña lo que es un matrimonio enamorado. Desde que se casan hasta que ella muere. A partir de la muerte de Ellie es cuando la historia propiamente comienza. 

Se nos cuenta que el amor es compromiso, es entrega, es duradero. Manifiestan su amor en mil detalles de cariño, saben hablar, comunicarse, renunciar cada uno a lo suyo para pensar en el otro. Piensan en la posible familia numerosa que tendrán, aunque Ellie no podrá tener hijos. Para ambos, de sangre aventurera, el matrimonio se convierte en una aventura que vale la pena. Son sólo cinco minutos, pero en ese tiempo se piensa, se ríe y se llora.

sábado, 16 de marzo de 2013

Año de producción: 1984 
País: Alemania, Francia, Reino Unido. 
Dirección: Wim Wenders 
Intérpretes: Harry Dean Stanton, Sam Berry, Bernhard Wicki, Dean Stockwell, Aurore Clément, Nastassa Kinski 
Guión: Sam Shepard 
Música: Ry Cooder 
Fotografía: Robby Müller 

 En esta película, Wim Wenders trata de uno de los grandes temas literarios y fílmicos de la humanidad, la de un hombre que ama a una mujer, la pierde e intenta recuperarla. 

La historia comienza con unas duras imágenes de un desierto castigado por el sol y Travis, el protagonista, cruzándolo a pie. Travis tenía una mujer a la que quería y un hijo. Luego, algo salió mal y lo perdió todo y lleva años errante. La primera parte de la película acaba bien: su hermano Walt acude a buscarle a un hospital y lo lleva a su casa, junto al aeropuerto de los Angeles. El viaje a casa es largo y difícil, Travis ha perdido el habla y no parece reconocer nada ni nadie. Además, se escapa en varias ocasiones. Poco a poco recupera sus facultades y descubre sus propios motivos: busca sus raíces y el sentido de su vida. Su hermano y su cuñada Anne han adoptado a su hijo, Hunter. Travis recupera un poco de vida de familia y Hunter empieza a cobrarle cariño. 

En la segunda parte, Travis se pone de nuevo en camino, ahora con un propósito: va a encontrar a su mujer, Anne. Hunter se empeña en ir con él, y juntos viajan en coche a Houston en busca de Jane. La encuentran en un Peep Show. Su trabajo consiste en hablar con hombres, por un teléfono, desde una cabina donde puede ser vista pero no ver al cliente. Travis tendrá dos encuentros telefónicos con ella sin darse a conocer. La primera es breve, cortada, dura. Travis quiere saber si se ha convertido en una prostituta o no, y no por celos, sino porque ha trazado un plan para su familia. En la segunda, aunque Jane no puede verle y su voz le llega por el teléfono, Travis da la espalda al cristal y empieza a contar una historia y comienza una de los grandes monólogos de la historia del cine: “Conocí a esa pareja. Se querían. La chica era muy joven, unos 17 o 18 años creo. El era mucho mayor…”. Ella le reconoce y, a su vez, dará la espalda al cristal al contar su propia historia. Travis se reconoce culpable, no pide verla y termina diciéndole que Hunter está en la habitación 1520 del Meridian Hotel y “Ahora te necesita, Jane. Y quiere verte”. Travis vuelve a perder a su familia, pero ahora ha hecho un sacrificio voluntario porque cree que es lo mejor para ellos. 

Un final, dulce y amargo a la vez, de esta espléndida película. Pero en la realidad, las cosas podrían haber ocurrido de otra manera. El hijo había recuperado a su padre -¿por qué tenía que volver a perderlo?- y Travis y Jane se habían recuperado a sí mismos: se habían contado uno al otro todo lo que llevaban dentro, por muy duro que fuese todo lo que había sucedido entre ellos.

viernes, 15 de marzo de 2013

Año: 1995 
País: EEUU 
Dirección: Stephen Herek Intérpretes: Richard Dreyfuss, Glenn Headly, Jay Thomas, Olimpia Dukakis, William H. Macy 
Guión: Patrick Duncan 
Música: Michael Kamen 

 La película nos cuenta la vida como profesor de Holland. A la vez, su vida matrimonial y familiar. El profesor Holland está felizmente casado, pero con el paso de los años se plantean dos de los problemas más típicos de un matrimonio: le da más importancia a su trabajo que a su mujer y a su hijo y la rutina, lo que propiciará que se enamore de una alumna que le pedirá que se vaya con él. 

Sabrá resolver bien los dos problemas: le dedicará más tiempo a su hijo, con minusvalías físicas y sabrá usar la cabeza para darse cuenta que no puede llevarse por un sentimiento pasajero en relación con la alumna. El protagonista no le dice a su mujer: ¡ya no te quiero!, como si fuera un adolescente inmaduro. No se asusta por ese sentimiento de estar enamorado. Pero es que eso no tiene nada que ver con el amor que tiene a su mujer. Es más un fenómeno de la atención, de la cotidianeidad de la vida. Antes o después se desvanecerá. El profesor Holland se había acostumbrado a ver la misma cara durante muchos años y, en un momento dado, una alumna suya, que le admira, que es más joven, le llama la atención, le atrae. 

Esto es algo normal que ocurre en la vida. El amor no es una balsa de aceite y sí un compromiso. Es más, si no hubiera pruebas que superar, poco amor habría. Esos son obstáculos que hay que salvar para que el Profesor Holland vaya mejorando en el amor y se purifique ese amor. La voluntad tiene que permanecer ahí firme. Pasar el temporal con normalidad, con naturalidad, como el que sabe que esas cosas pertenecen a la normalidad de la vida, aunque pueden ser costosas. Para el profesor Holland , una vez que tomó la decisión de no ir con su alumna, volvió a surgir el sentimiento, la emoción, a ver a su mujer como la veía recién casados. Por otro lado, si se hubiera ido con la alumna, ese enamoramiento, ¿iba a durar?.

jueves, 14 de marzo de 2013

Miniatura
País: EEUU 
Dirección: Alex Kendrick 
Intérpretes: Kirk Cameron, Erin Bethea, Ken Bevel, Stephen Dervan, Eric Young, Jason McLeod Guión: Alex Kendrick, Stephen Kendrick 
Música: Mark Willard 
Fotografía: Bob Scott 

Caleb Holt, heroico capitán del cuerpo de bomberos, es admirado y respetado por sus compañeros, por sus firmes ideales, y su dedicación a su trabajo y al servicio de los demás. Sin embargo, empieza a tener problemas en su hasta entonces idílico matrimonio, por lo que decide tratar de reconciliarse con su mujer por todos los medios. 

¿Que ideas resaltan en la película?. Se podrían resumir de la siguiente manera. 

.El matrimonio está instituido por Dios, que lo ha creado indisoluble. Si hay problemas, es por la conducta de los cónyuges. 

 .La verdad sobre el matrimonio está clara, pero en la realidad de cada día, hay que ganarse el cariño y el respeto del cónyuge. Son esenciales las pequeñas manifestaciones de afecto y atención de los cónyuges entre sí. .Precisamente, la reconquista del amor de Catherine por Caleb se va a basar en el cuidado de esas manifestaciones de afecto. .Pero si previamente las hubiera habido, no habrían llegado a la situación que plantea la película. 

.Los problemas no han de conducir a la ruptura del matrimonio, sino a solucionarlos, partiendo del dato de la indisolubilidad 

.El amor conyugal es participación del amor de Dios. Cuanto más se ame a Dios, más se amará al esposo o a la esposa. Este el climax de la película: cuando el padre de Caleb, ante el fracaso de lo que está haciendo Caleb, le señala que se tiene que convertir. El lo hace y se dará cuenta que a partir de ese momento, el amor a su mujer crecerá con fuerza, a pesar de que ella no responde. 

.Para resolver los problemas conyugales, el sentimiento no es lo decisivo. Puede no haberlo. Lo decisivo es la voluntad de resolverlos. Caleb tiene que guiar su corazón. Dios dará, cuando sea, el sentimiento. .En el matrimonio, frente a los conocidos argumentos: <<Se acabó el amor>>, <<Ya no estoy enamorado>>, hay que saber que el amor se basa en sentimiento, inteligencia y voluntad, no sólo en lo primero. Aunque suene duro hay que querer querer, aunque aparentemente eso, en algunos momentos, pueda resultar superior a las fuerzas del cónyuge. 

.Dos virtudes destacan: el olvido de sí mismo, para pensar sólo en el otro cónyuge, y el perdón. Caleb está sólo en sus cosas: su barco, no ayuda en la casa, no se comunica con su mujer. Cuando se decide a salvar su matrimonio, todo lo hace pensando en Catherine, aún cuando ella no responde. Un punto de inflexión de la película es la petición de perdón que Caleb hace. El es capaz de hacerlo, porque piensa en todo lo que Dios le ha perdonado.

martes, 12 de marzo de 2013

SECRETOS DE UN MATRIMONIO



Año de producción: 1973 
País: Suecia 
Dirección: Ingmar Bergman 
Intérpretes: Liv Ullmann, Erland Josephson, Bibi Andersson, Jan Malmsjö, Gunnel Lindblom, Anita Wall 
Guión: Ingmar Bergman 
Fotografía: Sven Nykvist 

 Johan y su mujer Marianne reciben la visita de Peter y Katerina. Cuando se marchan, Johan y Marianne repasan los diez años que ha durado su matrimonio. Más tarde Johan realiza una inesperada confesión. 

Ingmar Bergman analiza las relaciones conyugales y el trauma de una mujer cuyo marido le es infiel. El maestro sueco no cree que los matrimonios lleguen a buen puerto. Hay mucho de autobiográfico en esta película, ya que Bergman pasó por varios matrimonios. Sin embargo, en un estupendo libro, Alfonso Basallo y Teresa Díez (Pijama para dos, Barcelona 2008) no ocultan los problemas y dificultades de cualquier matrimonio, pero también nos dicen cuales son los secretos para que un matrimonio funcione. De ellos tomo las siguientes consideraciones. Adán reconoció inmediatamente a Eva, nos cuenta la Biblia. “No es bueno que el hombre esté solo”, dice Dios. Y aquel, en cuanto vió a Eva, dijo: ”esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne”. ¿Por qué se reconocen Adán y Eva, como si llevaran inscrito en sus genes que han sido hechos el uno para el otro?. Porque han nacido para casarse. No es que estén hechos a medias o sean incompletos. Son complementarios. Son iguales en cuanto personas y complementarios en cuanto masculino y femenino. ¿Y para qué se casan?. Para ser “una sola carne”, esto es, para ayudarse, para amarse y para que su amor genere vida y complete la creación. El matrimonio, pues, es el estado natural del hombre y de la mujer: es la entrega de él a ella y de ella a él. Esa entrega hay que vivirla a lo largo de los años. 

Y no pasa nada si al comienzo del matrimonio, cualquiera de los dos piensa que no quiere al otro lo suficiente. Decía Chesterton que “muchos hombres han tenido la suerte de casarse con la mujer que aman. Pero tiene más suerte el hombre que ama a la mujer con la que se ha casado”. Esto significa dos cosas: 1. Que hay tiempo por delante para que el amor crezca, y crecerá en la luna de miel, en el nacimiento de los hijos, en el trabajo para sacar adelante a la familia y en la jubilación; 2. Que dos personas no se casan principalmente porque nos queremos, sino que se casan para quererse. Solo a partir del compromiso, manifestación de la entrega, comienza a crecer el amor, porque ambos se van a empeñar en que crezca, saltándose a la torera las dificultades por venir y poniendo los medios para ello. 

La entrega conyugal tiene un secreto, que olvidan los protagonistas de la película de Bergman: es dar sin esperar nada a cambio. Los dos protagonistas, en cambio, esperan su placer, la satisfacción de sus necesidades sexuales, su comodidad. De la misma manera que Dios crea y su Hijo se entrega sin esperar nada a cambio, la entrega es darse sin esperar a ser correspondido. Es un amor difícil, y para mucha gente, imposible. Implica el olvido de sí para pensar en el cónyuge. Y se necesita ayuda de Dios, porque de lo contrario se hace muy costoso. ¿Por qué tantos matrimonios rompen?. Han olvidado que la entrega conyugal es olvido de sí, es pensar en el esposo o la esposa.

SENTIDO Y SENSIBILIDAD



 Año de producción: 1995 
País: EEUU, Reino Unido 
Dirección: Ang Lee 
Intérpretes: James Fleet, Emma Thompson, Hugh Grant, Kate Winslet, Harriet Walter, Tom Wilkinson, Greg Wise, Gemma Jones, Emilie François, Alan Rickman, Imelda Staunton, Hugh Laurie, Elisabeth Spriggs. 
Argumento: Jane Austen (novela “Sense and sensibility”). 
Guión: Emma Thompson 
Música: Patrick Doyle. 
Fotografía: Michael Coulter 

Henry Dashwood es un rico propietario que tiene un hijo de su primer matrimonio, llamado John. Cuando el señor Dashwood muere, su herencia pasa por motivos legales a John, que está casado con Fanny. De la noche a la mañana, la viuda de Dashwood y sus tres hijas se quedan sin hogar y sin recursos económicos. El futuro pinta negro para ellas, pero tratan de afrontarlo sin desánimos. Con el fin de buscar una vida más fácil, se trasladan a vivir al campo. Allí conocen a un hermano de Fanny, llamado Edward. Una de las hermanas, Elinor, enseguida se enamora de él. Pero esta relación está mal vista por Fanny, que piensa que el enamoramiento de su hermano es una argucia de Elinor. A su vez, la otra hermana, Marianne se vuelve loca por Willoughby y desprecia, por mayor, al coronel Brandon, aristócrata del lugar. 

La película es una excelente muestra del papel de lo racional (inteligencia y voluntad) en el amor. En este juegan los sentimientos y la afectividad, pero también la inteligencia y la voluntad. De hecho, el matrimonio es una decisión de la voluntad, haya o no sentimientos. Marianne se enamora de Willoughby de forma totalmente romántica, pero si hubiese reflexionado, como le aconsejaba su hermana, se hubiera dado plena cuenta que Willoughby no le convenía. Así, éste le dejará para casarse con una mujer rica. En Elinor, en cambio se observará en su amor por Edward un perfecto equilibrio entre inteligencia y voluntad y sentimientos. La voluntad juega también un papel preponderante en la decisión de Edward de no tener en cuenta su propio amor por Elinor. Previamente a conocerla, se había comprometido con una señorita y eso era suficiente para él, aunque ya su corazón iba por otro lugar. 

Esto hoy sería algo casi incomprensible, pero por delante de todo está el respeto a la palabra dada. No podemos olvidar que la promesa de casamiento prácticamente equivalía, en aquella época, al compromiso matrimonial. Por último, Willoughby se casa con otra mujer por razones económicas: el es pobre y ella es rica. No hay amor, pero hay compromiso matrimonial, suficiente para crear el matrimonio. El sentimiento es importante, pero el compromiso matrimonial no se puede fundar exclusivamente en él, porque los sentimientos van y vienen e incluso desaparecen. Pero el sí matrimonial permanece.

jueves, 7 de marzo de 2013

TU A BOSTON Y YO A CALIFORNIA



 Año de producción: 1961 
País: EEUU 
Dirección: David Swift 
Intérpretes: Hayley Mills, Maureen O`Hara, Brian Keith, Cathleen Nesbit, Charles Ruggles, Una Merkel, Joanna Barnes, Linda Watkins, Grahan Denton. Guión: David Swift 
Música: Paul J. Smith 
Fotografía: Lucien Ballard 

 Dos niñas idénticas coinciden por casualidad en un campamento de verano. Se enteran que son hermanas gemelas, y, que, sus padres, separados, se las repartieron. Entonces deciden intercambiarse para conocer al otro progenitor. Y pondrán todos los medios para que todos vuelvan a estar juntos. 

Película sencilla y deliciosa con un planteamiento claro: ambas niñas necesitan a sus padres. No es suficiente con que viva cada una de ellas con uno de los dos progenitores. Para el mejor desarrollo emocional y sicológico de las dos, necesitan tener a sus padres juntos. Y, por ello, luchan para reunirlos de nuevo. Al mismo tiempo, sus padres, con caracteres muy distintos, una vez que se vuelven a ver, gracias a sus hijas, pondrán todo su esfuerzo en superar esas diferencias. Ya se desprende de la película que muchas veces no lo conseguirán, pero ya no se volverán a separar. Incluso el marido confiesa que los defectos de su mujer, que al principio del matrimonio le sacaban de quicio y que le llevó a separarse, con el paso de los años los fue recordando con ternura y emoción.

lunes, 4 de marzo de 2013

TU Y YO



Año de producción: 1939 
Dirección: Leo McCarey 
Intérpretes: Irene Dunne, Charles Boyer, Maria Ouspenskaya, Lee Bowman, Astrid Allwyn, Maurice Moscovitch 
Guión: Mildred Cram, Leo McCarey 
Música: Roy Webb 
Fotografía: Rudolph Maté 

Michel (Charles Boyer) y Terry (Irene Dunne) se conocen en un viaje en Barco, y a pesar de estar comprometidos, entre ellos surge irremediablemente el amor. Con el objeto de volverse a ver, deciden reencontrarse el próximo 1 de junio en el piso 102 del Empire State. Con ilusión, cada uno planea el encuentro….. 

Leo Mc Carey rodó esta película original antes de su remake Tú y yo, con Cary Grant y Deborah Kerr en 1957. Una maravillosa historia que comienza siendo de amor-sentimiento y termina acabando en amor-olvido de sí, verdadero fundamento del matrimonio. Los dos se conocen, surge el flechazo, no pueden vivir el uno sin el otro. Pero ya es un amor que lleva en sí el germen de un amor sólido. Ambos renuncian a sí mismos para darse al otro. Michel se pone-¡nada menos!-que a trabajar como pintor, su verdadera vocación, incluso, cuando ve que eso no le da dinero, busca un trabajo muy alejado de su vida de entonces. Todo ello para merecer el cariño de Terry y sostener el futuro matrimonio. Terry rompe con su novio y jefe para ponerse también a trabajar en otra cosa no tan cómoda como la que tenía hasta entonces. Pero la renuncia suprema viene cuando Terry queda paralítica. Rechaza que se lo digan a Michel, para que éste no quede atado a ella. Pero Michel se entera y la acepta como es: paralítica, consagrándose a hacerla feliz. Ambos han pensado en el otro, no en sí mismos. Han empezado a construir su matrimonio sobre bases sólidas. 

Es interesante la escena en casa de la abuela de Michel. A ella se la ve una persona profundamente católica, rezadora. Y que hace rezar a Michel y Terry. El director sugiere que esa capacidad de renuncia que tendrán los dos más adelante encuentra precisamente su fuerza en el rato que los dos protagonistas pasaron en la capilla de la casa de la abuela.

SERENDIPITY



Pais: Estados Unidos 
Año: 2001 
Intérpretes: John Cusack, Kate Beckinsale, John Corbett, Molly Shannon, Jeremy Piven, Eugene Levy, Bridget Moynahan 
Dirección: Peter Chelsom 
Guión: Marc Klein 
Música: Alan Silvestri 
Fotografía: John de Borman 

 Jonathan (John Cusack) y Sara (Kate Beckinsale) se conocen por casualidad en un centro comercial de Nueva York en Navidad. Aunque en este momento ambos tienen pareja, sienten conexión uno con el otro y comparten momentos románticos esa noche. Al finalizar la noche, los dos sienten deseos de continuar una relación, pero Sara no se siente segura. Jonathan escribe su número de teléfono en un billete con el que Sara page un kiosco, y Sara escribe el suyo en el libro El Amor en los tiempos del cólera que luego vende en una tienda de segunda mano desconocida por Jonathan. Sara cree en el destino, y piensa que si realmente lo mejor es estar juntos entonces de una manera o de otro se encontrarán. Pasan siete años y los dos están a punto de casarse y preguntándose si podrían llegar a reencontrarse nuevamente. Ambos empiezan una búsqueda mutua, la cual tiene un desenlace inesperado. 

¿Existe el destino?. Sara cree que sí. Pero es un destino ciego, una especie de lotería. Los cristianos, en cambio, creemos en la Providencia y en la preocupación llena de cariño de Dios por cada hombre y mujer, también a la hora de elegir una persona con la que compartir la vida. Un gran rey, Balduino de Bélgica, escribió una vez en una carta, refiriéndose a Fabiola: “Estaba cada vez más convencido de que Avila (así llamaba Balduino a Fabiola en sus cartas hasta que el noviazgo fue público) había sido elegida, desde siempre, por la Virgen para ser mi mujer, y por ello le estaba sumamente agradecido a Ella….”. 

Los dos protagonistas se enamoran instantáneamente. ¿Es suficiente el flechazo para elegir al marido o a la mujer?. Parece que no. Escoger implica dar un paso más allá de la primera impresión, por muy fuerte que sea, teniendo en cuenta, también, que no se puede pretender alcanzar una elección perfecta. Aquí juega el corazón y los sentimientos, pero también ha de tener su sitio la cabeza. ¿Qué tipo de mujer o de hombre quiero para que comparta conmigo su vida?. Es una pregunta que cualquier persona sensata se hace previamente. Tener una idea clara de cómo se quiere que sea el otro o la otra facilitará normalmente la tarea de elegir. 

Un segundo factor de selección viene dado por la vida: las circunstancias que nos rodean: ¿cómo encontrar a la persona destinada para cada uno en el mar de individuos del otro sexo?. Por lo más cercano: el trabajo, el pueblo, el barrio, compañeros y amigos, las relaciones de familia, las amigas de las hermanas, los amigos de los hermanos, el club de montañismo , la parroquia y la ONG…Es decir, lo cotidiano, lo próximo a las aficiones e intereses de cada uno. No parece lo más apropiado, por el contrario, ponerse nervioso, sobre todo si el soltero/a está entrado en años y hacer cosas raras: buscar pareja por internet, presentarse a un concurso de televisión o viajar a Asia…. 

En tercer lugar, hay que buscar las afinidades con la persona que se acaba de conocer. Se elige la diferencia (lo decía Spencer Tracy en la escena final de La costilla de Adán, antes de echar la cortina de la cama que compartía con Katharine Hepburn), pero para que esa relación sea posible, hay que buscar puntos en común. Sin un mínimo de proximidad, o de adecuación de formas de ser, es complicado que la relación prospere. Entre dos personas con formación, ideales o sensibilidades contrapuestas no es fácil que surja nada bueno. 

No es necesario que haya semejanza de caracteres, pero sí cercanía en cuanto a convicciones, ideales. De hecho, una diferencia muy marcada de caracteres puede constituir una buena base para la relación. Podemos imaginar una chica melancólica y un hombre animoso: puede constituir el cóctel perfecto. En este sentido, los caracteres pueden complementarse. 

Tan importante como la afinidad de ideas es la afinidad en las cualidades: Sinceridad, lealtad, laboriosidad, optimismo, generosidad…Una persona sincera con otra que tiende a la doblez no va a ninguna parte…La suma de una generosa y un mezquino no augura nada positivo…y así sucesivamente con las demás virtudes y valores. 

Y sobre todo es suicida cuando lo que falla es la actitud, la falta de entrega, de generosidad y de sacrificio. Cuando para una persona lo primero es yo, lo segundo es yo y lo tercero es yo. Esto hace fracasar cualquier relación, incluso cuando el otro cónyuge fuese generoso. Seguramente, tarde o temprano, éste terminaría hartándose de su cónyuge instalado en la primera persona del singular. Es fundamental la capacidad de entrega, los deseos de querer. 

¿No es criterio la belleza, ser guapo o guapa?. Claro que sí. Pero también nos casamos con el futuro de esa persona: esa chica guapa de veinticinco años será también la anciana de setenta años, operada de la cadera y que toma una gragea amarilla en el desayuno, otra naranja en la comida y otra verde en la cena. La belleza física pasará (incluso la síquica), pero quedará la persona a la que hemos prometido querer todos los días de la existencia. Y cuando se la toma como esposa/o, se toma toda la película de su vida y no un fotograma suelto de la juventud. (Sobre este tema, es importante el libro BASALLO, A./DIEZ, T., Pijama para dos, 2008, p. 29 ss.)

viernes, 1 de marzo de 2013

UN HOMBRE PARA LA ETERNIDAD


Año de producción: 1966 
País: Reino Unido 
Dirección: Fred Zinnemann 
Intérpretes: Paul Scofield, Wendy Hiller, Leo Mc Kern, Robert Shaw, Orson Welles, Susannah York, John Hurt, Nigel Davenport, Corin Redgrave, Vanessa Redgrave, Cyril Luckham 
Argumento: Robert Bolt (Obra de teatro) 
Guión: Robert Bolt 
Música: Georges Delerue 
Fotografía: Ted Moore 

 Obra maestra de Fred Zinnemann, galardonada con 6 Oscar. La historia de Tomás Moro y su martirio a manos de Enrique VIII es un monumento a lo más sagrado del hombre: su conciencia. Excepcional trabajo de Paul Scofield, que ganó el Oscar. La película muestra, más allá la levedad con que hoy se trata el matrimonio, que, por él, un hombre dio su vida y un Papa no dudó en perder un país.