martes, 12 de marzo de 2013

SECRETOS DE UN MATRIMONIO



Año de producción: 1973 
País: Suecia 
Dirección: Ingmar Bergman 
Intérpretes: Liv Ullmann, Erland Josephson, Bibi Andersson, Jan Malmsjö, Gunnel Lindblom, Anita Wall 
Guión: Ingmar Bergman 
Fotografía: Sven Nykvist 

 Johan y su mujer Marianne reciben la visita de Peter y Katerina. Cuando se marchan, Johan y Marianne repasan los diez años que ha durado su matrimonio. Más tarde Johan realiza una inesperada confesión. 

Ingmar Bergman analiza las relaciones conyugales y el trauma de una mujer cuyo marido le es infiel. El maestro sueco no cree que los matrimonios lleguen a buen puerto. Hay mucho de autobiográfico en esta película, ya que Bergman pasó por varios matrimonios. Sin embargo, en un estupendo libro, Alfonso Basallo y Teresa Díez (Pijama para dos, Barcelona 2008) no ocultan los problemas y dificultades de cualquier matrimonio, pero también nos dicen cuales son los secretos para que un matrimonio funcione. De ellos tomo las siguientes consideraciones. Adán reconoció inmediatamente a Eva, nos cuenta la Biblia. “No es bueno que el hombre esté solo”, dice Dios. Y aquel, en cuanto vió a Eva, dijo: ”esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne”. ¿Por qué se reconocen Adán y Eva, como si llevaran inscrito en sus genes que han sido hechos el uno para el otro?. Porque han nacido para casarse. No es que estén hechos a medias o sean incompletos. Son complementarios. Son iguales en cuanto personas y complementarios en cuanto masculino y femenino. ¿Y para qué se casan?. Para ser “una sola carne”, esto es, para ayudarse, para amarse y para que su amor genere vida y complete la creación. El matrimonio, pues, es el estado natural del hombre y de la mujer: es la entrega de él a ella y de ella a él. Esa entrega hay que vivirla a lo largo de los años. 

Y no pasa nada si al comienzo del matrimonio, cualquiera de los dos piensa que no quiere al otro lo suficiente. Decía Chesterton que “muchos hombres han tenido la suerte de casarse con la mujer que aman. Pero tiene más suerte el hombre que ama a la mujer con la que se ha casado”. Esto significa dos cosas: 1. Que hay tiempo por delante para que el amor crezca, y crecerá en la luna de miel, en el nacimiento de los hijos, en el trabajo para sacar adelante a la familia y en la jubilación; 2. Que dos personas no se casan principalmente porque nos queremos, sino que se casan para quererse. Solo a partir del compromiso, manifestación de la entrega, comienza a crecer el amor, porque ambos se van a empeñar en que crezca, saltándose a la torera las dificultades por venir y poniendo los medios para ello. 

La entrega conyugal tiene un secreto, que olvidan los protagonistas de la película de Bergman: es dar sin esperar nada a cambio. Los dos protagonistas, en cambio, esperan su placer, la satisfacción de sus necesidades sexuales, su comodidad. De la misma manera que Dios crea y su Hijo se entrega sin esperar nada a cambio, la entrega es darse sin esperar a ser correspondido. Es un amor difícil, y para mucha gente, imposible. Implica el olvido de sí para pensar en el cónyuge. Y se necesita ayuda de Dios, porque de lo contrario se hace muy costoso. ¿Por qué tantos matrimonios rompen?. Han olvidado que la entrega conyugal es olvido de sí, es pensar en el esposo o la esposa.

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