sábado, 16 de marzo de 2013

Año de producción: 1984 
País: Alemania, Francia, Reino Unido. 
Dirección: Wim Wenders 
Intérpretes: Harry Dean Stanton, Sam Berry, Bernhard Wicki, Dean Stockwell, Aurore Clément, Nastassa Kinski 
Guión: Sam Shepard 
Música: Ry Cooder 
Fotografía: Robby Müller 

 En esta película, Wim Wenders trata de uno de los grandes temas literarios y fílmicos de la humanidad, la de un hombre que ama a una mujer, la pierde e intenta recuperarla. 

La historia comienza con unas duras imágenes de un desierto castigado por el sol y Travis, el protagonista, cruzándolo a pie. Travis tenía una mujer a la que quería y un hijo. Luego, algo salió mal y lo perdió todo y lleva años errante. La primera parte de la película acaba bien: su hermano Walt acude a buscarle a un hospital y lo lleva a su casa, junto al aeropuerto de los Angeles. El viaje a casa es largo y difícil, Travis ha perdido el habla y no parece reconocer nada ni nadie. Además, se escapa en varias ocasiones. Poco a poco recupera sus facultades y descubre sus propios motivos: busca sus raíces y el sentido de su vida. Su hermano y su cuñada Anne han adoptado a su hijo, Hunter. Travis recupera un poco de vida de familia y Hunter empieza a cobrarle cariño. 

En la segunda parte, Travis se pone de nuevo en camino, ahora con un propósito: va a encontrar a su mujer, Anne. Hunter se empeña en ir con él, y juntos viajan en coche a Houston en busca de Jane. La encuentran en un Peep Show. Su trabajo consiste en hablar con hombres, por un teléfono, desde una cabina donde puede ser vista pero no ver al cliente. Travis tendrá dos encuentros telefónicos con ella sin darse a conocer. La primera es breve, cortada, dura. Travis quiere saber si se ha convertido en una prostituta o no, y no por celos, sino porque ha trazado un plan para su familia. En la segunda, aunque Jane no puede verle y su voz le llega por el teléfono, Travis da la espalda al cristal y empieza a contar una historia y comienza una de los grandes monólogos de la historia del cine: “Conocí a esa pareja. Se querían. La chica era muy joven, unos 17 o 18 años creo. El era mucho mayor…”. Ella le reconoce y, a su vez, dará la espalda al cristal al contar su propia historia. Travis se reconoce culpable, no pide verla y termina diciéndole que Hunter está en la habitación 1520 del Meridian Hotel y “Ahora te necesita, Jane. Y quiere verte”. Travis vuelve a perder a su familia, pero ahora ha hecho un sacrificio voluntario porque cree que es lo mejor para ellos. 

Un final, dulce y amargo a la vez, de esta espléndida película. Pero en la realidad, las cosas podrían haber ocurrido de otra manera. El hijo había recuperado a su padre -¿por qué tenía que volver a perderlo?- y Travis y Jane se habían recuperado a sí mismos: se habían contado uno al otro todo lo que llevaban dentro, por muy duro que fuese todo lo que había sucedido entre ellos.

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