miércoles, 10 de junio de 2020

MI VIDA CON AMANDA-Amanda

Año: 2018
País: Francia
Dirección: Mikhaël Hers
Intérpretes: Vicent Lacoste, Isaure Multrier, Stacy Martin, Ophélia Kolb, Marianne Basler, Nabiha Akkari, Jonathan Cohen, Greta Scacchi, Claire Tran.
Guión: Mikhaël Hers, Maud Ameline.
Música: Anton Sanko
Fotografía: Marion Monnier

La infancia de Amanda, una niña de siete años, transcurre con absoluta normalidad en París. Cuando su madre fallece en un brutal atentado, el único que puede hacerse cargo de la pequeña es su tío David, veinteañero y asustado ante lo que se le viene encima.

Es una película cuya trama tiene su origen en un acto terrorista, pero no es una película triste, sino esperanzadora. Tampoco es una película excesivamente sentimental, dulzona, No se muestran con facilidad los sentimientos, pero ahí están: en una mirada,  en un gesto. Hay una historia sencilla y enternecedora, que, sin estridencias, toca las fibras emocionales del espectador.

Se nos cuenta las amabilísimas relaciones fraternales entre David y su hermana, madre soltera, dos hermanos que se quieren, que se cuidan, y que se pelean. Eso se truncará ante la brutal muerte de la hermana. El espectador siente profundamente la pérdida de la hermana y madre gracias a que se nos presenta en este primer tramo de la película el núcleo familiar con mucha precisión y simpatía.

Y al mismo tiempo surgirá la relación entre David y su sobrina -núcleo de la película- de quien tendrá que hacerse cargo. Muy asustado ante la responsabilidad que se le ha venido encima, de tener que cuidar a una niña de siete años, pronto madurará y asumirá un compromiso que nunca esperó. Lo que empieza siendo una relación de tío-sobrina se irá convirtiendo, poco a poco, en una relación paterno-filial.  David asume que tendrá que ser el pilar en que se apoye su pequeña sobrina, la cual es plenamente consciente, a pesar de su corta edad, de la muerte de su madre y que poco a poco irá queriendo a su tío con cariño de hija. El eje de la narración está centrado en cómo sobrellevan el duelo, mientras van reconstruyendo sus  vidas entre idas y venidas, lágrimas a escondidas. El rostro cansado de David, su andar apesadumbrado, y los llantos repentinos de Amanda sacuden cualquier cimiento. Y ese abrazo en el apartamento de la tía de David, cargado de ternura y afecto, conmueve hasta al más frío espectador. El desarrollo de esa relación, el afecto entre los dos (a través de las muchas escenas que comparten en las diversas actividades cotidianas) es sin duda el mérito más destacado de esta historia. 

Siendo muy pequeño, la madre de David le abandonó, a él y a su hermana. David no ha querido saber ya nada de ella. Sin embargo, al final de la película, se nos insinúa la posibilidad del perdón por parte de  él, y la posibilidad de que su madre también empiece a cuidar de su nieta.


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