lunes, 27 de junio de 2016

PAPA O MAMA-Papa ou maman

Año: 2015
Países: Bélgica, Francia
Dirección: Martín Bourboulon
Intérpretes: Laurent Lafitte, Marina Foïs, Alexandre Desrousseaux, Anna Lemarchand, Achille Potier, Judith El Zein, Michaël Abiteboul, Vanessa Guide, Michel Vuillermoz, Anne Le Ny, Yannick Choirat, Yves Verhoeven
Guión: Guillaume Clicquot de Mentque, Matthieu Delaporte, Alexandre de la Patellière, Jérôme Fansten
Música: Jérôme Rebotier
Fotografía: Laurent Dailland.

Florence y Vicent Leroy han triunfado en todo. En sus trabajos, en su matrimonio, con sus hijos...Y hoy quieren triunfar en su divorcio. Pero cuando simultáneamente ascienden al puesto que cada uno siempre ha soñado, su vida de pareja se convierte en una pesadilla. Desde este momento, nada de tregua: los ex-cónyuges modélicos se declaran la guerra y van a hacer cualquier cosa para no conseguir la custodia de sus hijos.

La clave para entender esta película es el enfoque. Si se la ve como una comedia de humor sin más, uno puede cerrar los ojos ante escenas que objetivamente son crueles, y que pueden suponer hasta maltrato de los hijos.

Con un enfoque de fondo y benévolo, se podría hasta entender que, aunque de modo paradójico y heterodoxo, hay un elogio de la familia e incluso de la familia numerosa y se viene a decir que lo peor que puede ocurrir dentro de un hogar es el aburrimiento, la falta de interacción entre sus miembros, aunque eso suponga cierto caos. Nada mata tanto la convivencia como vivir pacíficamente indiferentes.

Y si nos fijamos, de forma objetiva y nada benévola, en los diversos personajes, nos encontramos ante un matrimonio profundamente inmaduro y unos niños bastante insoportables. Un matrimonio inmaduro que cree todavía en la "chispa", en los sentimientos como única base de su relación, y no sabe construir sobre fundamentos más sólidos su relación. Sin darse cuenta además que esa lucha por construir día a día su relación, incluso cuando los sentimientos parecen apagados, produce que la "chispa" vuelva a resurgir. 

Y llama la atención el profundo egoísmo de los padres en relación con el bienestar de sus hijos. Es cierto que los hijos son insoportables. Pero, por de pronto, alguna culpa habrán tenido los padres en ello. Sin embargo, por encima de todo, están los hijos. Al final, la pregunta de fondo es clara: ¿el derecho a la felicidad de los padres está por encima al derecho a la felicidad de los hijos, que, de forma desesperada, quieren ver a sus padres juntos?.

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