lunes, 9 de diciembre de 2013

ANNA KARENINA

Año: 2012
País: EEUU, Reino Unido
Dirección: Joe Wright
Intérpretes: Keira Knightley, Jude Law, Kelly Macdonald

Rusia avanzado el siglo XIX. Anna Karenina está casada con un ministro del emperador y tiene un niño. Parece el ejemplo perfecto de esposa, que hasta logra el perdón de su cuñada Dolly para Oblonsky, un hermano demasiado aficionado a las infidelidades conyugales. Pero su existencia sin tacha se ve puesta a prueba cuando conoce al hijo de una condesa, Vronsky, pues en vez de favorecer su relación con Kitty se ve sumergida en una relación con él.

Ni de lejos logra esta película entrar en el alma de la obra de Tolstoi del mismo nombre. No se pueden discutir sus méritos artísticos, pero sí su incapacidad para entrar en los grandes dilemas morales que se plantean sus protagonistas.

Subyace en la obra literaria la santidad del matrimonio, el carácter sagrado de los compromisos matrimoniales. Anna Karenina se enamora profundamente de Vronsky, pero sucumbe al remordimiento que sufre por haberlos incumplido y, en menor medida, por el rechazo de la sociedad y la dificultad que tiene de poder ver a su hijo.

Vronsky es el auténtico canalla. Se ha enamorado de Anna, la persigue, no le importa destrozar su matrimonio (y hacer sufrir a su marido-por muy antipático que sea- y a su hijo) y, por fin, cuando la consigue, se aburre de ella. Sus apetitos-son palabras de la propia película-han destrozado tres vidas:  la de Ana, la de su marido y la de su hijo. Son daños colaterales, diríamos nosotros, que, en la conducta de Vronsky, no tienen importancia.

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