lunes, 2 de julio de 2018

LA VERDAD OCULTA-Proof

Año: 2005
País: EEUU
Dirección: John Madden
Intérpretes: Gwyneth Paltrow, Anthony Hopkins, Jake Gyllenhaal, Hope Davis, Danny McCarthy, Tobiasz Daszkjewicz, Roshan Seth
Argumento: David Auburn (obra de teatro)
Guión: David Auburn, Rebbecca Miller
Música: Stephen Warbeck
Fotografía: Alwin H. Kuchler

Catherine es una joven que ha cuidado durante años de su padre Robert, un genio de las matemáticas, con una veta de locura. Cara a evitar el ingreso de su progenitor en una institución psiquiátrica, le ha dedicado lo mejor de su tiempo. Lo que ha redundado en una carrera profesional limitada -ella también es matemática y de las buenas- y en la imposibilidad de enamorarse, casarse y formar una familia.

Una palabra acerca de la interpretación de Gwyneth Paltrow: memorable, sobre todo comparando con películas suyas digamos más ligeras y no tan densas como ésta.

Catherine es una hija de matrícula de honor. Ha renunciado a su vida, a sus proyectos profesionales y personales por cuidar de su padre. Y, al final, cuando éste muere, se hace una pregunta que todos los que han cuidado a sus familiares se hacen: ¿no habría sido mejor internar al padre para que tuviera unos mejores cuidados médicos?. Claro que visto desde fuera, es fácil hacerse esa pregunta e incluso contestarla: sí, hubiera sido mejor el internamiento. ¨Sin embargo, para Catherine- como para cualquier familiar- la respuesta no es tan sencilla. El dejarlo en un establecimiento siquiátrico hubiera sido para ella fuente de un hondo sentimiento de culpa y de continuos reproches acerca de su propio egoísmo: me olvido de mi padre para vivir mi propia vida. Esa es la postura de la hermana-la otra hija. Aparentemente se ha desentendido de su padre en cuanto a la dedicación personal (no la económica, ya que ha pagado todas las facturas que conllevaba el cuidado de su padre). Sin embargo,  no conviene tampoco juzgarla muy duramente. No obstante, en esta película nos falta la opinión profesional: ¿es mejor o es peor que un paciente de este estilo esté en casa atendido por los familiares?.

A todo ello, se suma el desgaste síquico que el cuidado del padre ha supuesto para Catherine. Tras su muerte, se encuentra deprimida, agotada síquicamente, sin fuerzas casi para nada. A ello se suma su propio miedo a haber heredado la enfermedad de su padre-una esquizofrenia. Hay aquí una idea esencial: ¿quien cuida al cuidador?. 

Hoy, este tema, desgraciadamente, tiene manifestaciones más sencillas pero más  dramáticas: la negativa de los hijos a cuidar de sus padres ancianos, pero que necesitan continuos cuidados lo cual implica para los hijos  renuncias  y sacrificios, porque tendrán que olvidarse de muchas cosas. E incluso se ven casos tan dramáticos como dejar a los padres en las urgencias de un hospital y no venir a  recogerlos. Tampoco hay que juzgar porque cada familia es cada familia: ¿se puede atender a los padres cuando ambos trabajan?. Muchos hijos lo hacen, renunciando a sus propios planes. Otros no pueden y los tienen que llevar a una residencia. Pero, vuelvo a repetir, no conviene, en este caso, juzgar.

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