lunes, 19 de noviembre de 2018

VERANO 1993

Año: 2017
País: España
Dirección: Carla Simón
Intérpretes: Laia Artigas, Paula Robles, Bruna Cusí, David Verdaguer, Montse Sanz, Isabel Rocatti, Fermí Reixach, Etna Campillo
Guión: Carla Simón
Fotografía: Santiago Racaj

Frida, una niña de seis años, afronta el primer verano de su vida con su nueva familia adoptiva tras la muerte de su madre.

Relato autobiográfico de Carla Simón, bien acogido por la crítica ( y muy discutido por el público, que no se ponen de acuerdo en definir a la película: para unos es un ´"rollo", para otros una maravilla), con sus toques nostálgicos (sin pasarse) y con sensibilidad para contar el drama que se esconde tras la orfandad de la pequeña Frida.

Yo destacaría los siguientes puntos. El primero, que me ha llamado la atención, porque no es habitual verlo en el cine ahora, es que Frida recurre a la Virgen para pedirle cosas. El segundo, el desgarro que ante su orfandad siente Frida, privada de sus padres y la paciencia que, ante algunas salidas de tono suyas, fruto de ese desgarro, tienen sus padres adoptivos, a los cuales, por cierto, llamará pronto "papá"y "mamá". Y en tercer lugar, la generosidad de sus tíos en recogerla. Hay que tener en cuenta, y éste es uno de los puntos centrales de la película, que ella es hija de una madre con sida. Sus tíos  no tendrán miedo en acogerla, a pesar de tener ya una hija pequeña. Pero sus amigos sí que tienen miedo en que sus hijos toquen a Frida.

Entendemos la inquietud de Frida, que tiene que vivir con una familia nueva. Entendemos a la pequeña hermana adoptiva, que de ser hija única tendrá que compartir ahora el amor de sus padres con su nueva hermana. Entendemos a los padres, que tendrán que demostrar que quieren a su nueva hija pero sin descuidar a su hija biológica.

Quizás habría que entretenerse en las dos niñas protagonistas. Tanto Laia Artigas, que está colosal en el papel de Frida como su compañera de reparto Paula Robles, que interpreta a su hermana adoptiva de cuatro años, hacen que te olvides por completo de que estás viendo una película. Las niñas parecen niñas de verdad, son reconocibles. Si te dicen que las han grabado con cámara oculta te lo crees.

Es una película de detalles. Pequeños detalles que la hacen grande. Vemos la normalidad de la vida de la niña mediante escenas repletas de sensibilidad y realismo. En este caso la sencillez va de la mano con el buen gusto. La relación entre los personajes rebosa humanidad, nada es forzado, nada es perfecto, las cosas buenas y las cosas malas conviven, porque así somos, porque así son las relaciones humanas, llenas de imperfecciones, desencuentros, egoísmos, pero también afecto y comprensión. 

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