lunes, 21 de octubre de 2013

LA VIDA MANDA

Año: 1944
País: Reino Unido
Dirección: David Lean
Intérpretes: Robert Newton, Celia Johnson, John Mills, Kay Walsh, Stanley Holloway, Amy Veness, Alison Leggatt
Guión: Noel Coward, Anthony Havelock-Allan
Fotografía: Ronald Neame

Frank y Ethel Gibbons se trasladan a su nueva residencia en Londres. Allí, el matrimonio convive con sus tres hijos, la abuela y una tía. La película hace un retrato realista de la vida cotidiana de una familia típica inglesa, durante el período de entreguerras. La trama se centra en los sueños, logros y problemas de convivencia de los protagonistas. La crónica de las alegrías y dolores de esta familia londinense durante los veinte años que separan las dos guerras mundiales tiene indudables parentescos con otras elogiadas y premiadas producciones de la época, particularmente dos emblemáticas cintas de William Wyler, que ganaron el Oscar: "La señora Miniver" (1942) y "Los mejores años de nuestra vida" (1946).

La película es un entrañable retrato familiar que llega a emocionar, lleno de viñetas hogareñas sobre las cuales planea siempre la sombra del conflicto bélico, con dos personajes que brillan de forma especial, como son el matrimonio, pero que no deja de resaltar los personajes secundarios, como son la tía y la abuela, cuyas discusiones son particularmente divertidas.

Destaca el amor de los dos cónyuges, lleno de detalles de afecto, de sentirse muy unidos ante la desgracia (la muerte de uno de los hijos), pero incapaces de vivir el uno sin el otro, con un cariño que va creciendo con el paso de los años, que incluso no hace falta decirlo, porque es tan fuerte que se sobreentiende. En este sentido, tiene su gracia la escena final, cuando abandonan la casa y el marido le dice a ella que no le importa a donde vayan o dejen de ir, pero que lo único importante es estar juntos, a lo que ella responde, con una gran sonrisa:" ¡Bah!, no digas tonterías".

Pero la película nos muestra también el amor incondicional y lleno de perdón del hijo del vecino del matrimonio hacia una de las hijas, que huye con una persona casada, y que es abandonada por ésta. Pero él, ante su arrepentimeinto, no duda en perdonarla y en casarse con ella.


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