lunes, 7 de octubre de 2013

LAS ZAPATILLAS ROJAS

Año: 1948
País: Reino Unido
Dirección: Michael Powell, Emeric Pressburger
Intérpretes: Anton Walbrook, Marius Goring, Moira Shearer, Robert Helpmann, Leonide Massine
Argumento: Hans Christian Andersen (cuento)
Guión: Michael Powell, Emeric Pressburger
Música: Brian Easdale
Fotografía: Jack Cardiff

Un empresario muy exigente descubre a una joven con muchas aptitudes para el baile. Cuando debuta como bailarina, la esclaviza al servicio del espectáculo. Tras el estreno de un ballet, que la consagra como artista, se enamora del compositor. En ese momento, comienza a dudar si continuar con su carrera artística o abandonarla por el hombre que ama. Y viene la tragedia.

 Una obra maestra intemporal, cuyo momento clave es un ballet de catorce minutos compuesto especialmente para la película, ballet que se ha hecho inmortal. Pero en este blog queremos más bien hacernos la siguiente pregunta: el compositor le exige a la bailarina que deje su carrera para dedicarse al hogar. El, por supuesto, no abandona su carrera musical. ¿Hizo bien exigiéndole ese sacrificio que dará lugar al suicidio?.

Esta película se hace en un contexto cultural distinto del actual. Más bien era el marido el que trabajaba y la mujer la que se quedaba en casa, incluso aunque tuviera una profesión, como sucede en este caso, existosa.

Hoy, las cosas no son así. La mujer asume con normalidad su dedicación a un trabajo fuera del hogar, compaginándolo, habitualmente, con el trabajo en casa. Y, otras, con decisión libérrima, deciden dedicarse exclusivamente al trabajo en el hogar.

Tanto en un caso como en otro, es urgente que se valore como se merece este trabajo. Probablemente las cosas empezarán a cambiar, de verdad, cuando las mujeres dejen de avergonzarse de su decisión de dedicarse al trabajo del hogar y valoren la trascendencia del mismo.

¿Trabajas?. Es una pregunta obligada hoy en día. Casi todas las mujeres que no lo hacen fuera de su casa responden avergonzadas un tímido <<no, ahora no trabajo>>. ¿Que es entonces el dedicarse al hogar?. ¿Es un juego?. ¿Es una pérdida de tiempo?.

El trabajo es realizar una actividad que perfecciona a quien la realiza y tiene una trascendencia social. Además, el trabajo en el hogar es un trabajo que se realiza por amor. 

El trabajo en el hogar no tiene horario, ni descripción de puesto, por lo que implica una gran variedad de conocimientos y habilidades y tiene un insustituible valor social porque proporciona bienestar, estabilidad y desarrollo físico y espiritual de cada miembro de la familia, siendo indispensable para el buen desarrollo humano.

Hay mujeres que por necesidad o por una decisión personal han decidido trabajar fuera de su hogar, siendo perfectamente lícito y válido, porque además no son excluyentes ambos trabajos. Es preciso por lo tanto que se den condiciones sociales y laborales para que la mujer que así lo desee pueda dedicarse al cien por cien a su hogar o compaginarlo con un trabajo fuera de casa.

Más necesario es aún que la mujer revalorice su papel como eje de la familia, como trabajadora insustituible en su hogar, como madre, esposa, sicóloga, médico, enfermera, maestra, cocinera, pedagoga y miles de actividades más al servicio de quienes ama.

Cfr. http://www.pensamientos.com.mx


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