lunes, 13 de enero de 2014

LA PARTE DE LOS ANGELES

Año: 2012
País: Reino Unido, Francia, Bélgica, Italia
Dirección: Ken Loach
Intérpretes: Paul Brannigan, John Henshaw, Gary Maitland, Jasmin Riggins, William Ruane, Roger Allam, Siobhan Reilly
Guión: Paul Laverty
Música: George Fenton
Fotografía: Robbie Ryan
 
La acción transcurre en Glasgow, donde varios jóvenes son condenados a cumplir horas de servicios comunitarios por diversos motivos. Un borracho de pocas luces que saltó a las vías del tren cuando iba como una cuba, una cleptómana y diversos perdedores se ven obligados a pintar, recoger basuras y realizar diversas tareas a las órdenes de Henri, un educador aficionado a la cata de whisky de calidad. Henri prestará especial apoyo a Robbie, un joven de baja estatura pero extremadamente violento, que a punto de convertirse en padre está deseando regenerarse, pero topa con todo tipo de problemas, entre ellos la oposición firme del progenitor de su novia, que no quiere ni verle.
 
Frente a tantas películas de treintañeros incapaces de asumir responsabilidades como marido/mujer, padre/madre, siempre viene bien comprobar que efectivamente es posible lo contrario. Robbie es un perdedor y un impresentable, pero ante el nacimiento de su hijo asume que tiene que sacar adelante a su hijo y a su pareja. Pasa de la irresponsabilidad más total a ser un hombre que sabe que ya no está solo en el mundo y que de él dependen otras personas. Ello le lleva a reformar su vida y a cambiar radicalmente. Podremos discutir si los medios son los más correctos (la estafa, divertida por otro lado, del whisky) pero nos quedamos con la necesidad de sacar adelante a su familia que va a madurar a Robbie.
 
Pero tiene también otros valores. Por un lado, el agradecimiento, en cuanto que Robbie no se olvida del papel tan importante que ha jugado Henri en su transformación. Y además, el enorme dolor que le va causar comprobar la consecuencia de sus acciones, porque verá el sufrimiento de la víctima a la que apaleó simplemente porque iba lleno de coca y no sabía lo que hacía. Muy benévolo fue el juez que le condenó sólo a trabajos comunitarios y no a pena de cárcel.

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