lunes, 4 de diciembre de 2017

MIS HIJOS-Dancing Arabs

Año: 2014
País: Israel
Dirección: Eran Riklis
Intérpretes: Tawfeek Barhom, Ali Suliman, Yael Abecassis, Marlene Bajali, Laëtitia Eido, Norman Issa, Daniel Kitsis, Michael Moshonov
Guión:Sayed Kashua
Música: Jonathan Riklis
Fotografía: Michael Wiesweg

Eyad que creció en una pequeña ciudad árabe de Israel, ha conseguido entrar en un prestigioso internado judío en Jerusalén. Es el primer árabe que estudia allí por lo que intenta desesperadamente encajar con sus compañeros y con la nueva sociedad. Pero cuando se descubre que tiene una relación con Naomí, una chica judía, se verá obligado a abandonar la escuela. En ese momento Eyad se da cuenta que tendrá que sacrificar su auténtica identidad para ser aceptado. 

Esta es la historia de un intercambio de identidades. Eyad cuidará un judío de su edad, Jonatán, tetrapléjico. Cuando muera, con la complicidad de la madre de Jonatán, ocupará su lugar, mientras que Jonatán será enterrado como Eyad.

La crítica habla de una historia creíble donde el amor, la amistad y la entrega están por encima del origen o de lo  que digan los papeles. A mí, por el contrario, me parece una historia absurda, nada creíble. ¿La familia musulmana de Eyad no tiene nada que decir?. ¿La Administración israelí se traga el cambio de identidad así como así?. ¿Y los parientes, amigos, vecinos de la familia de Jonatán?. Cualquier película puede tener el argumento que quiera, pero al menos que sea creíble en su desarrollo.

De entrada, no puede uno de dejar de comprender a Eyad . Su novia judía le deja, porque al trabajar en la Inteligencia judía, no puede tener ningún novio árabe, su condición de árabe le condiciona en sus aspiraciones vitales, también las profesionales. Pero, claro, esto supone abandonar su familia, abandonar sus padres, abandonar su raza, abandonar su gente. ¿Es posible ésto?. Sí que es posible, como se ve en la película. Pero, ¿compensa a la larga?. No me atrevo a juzgarlo porque de ser un paria en el Estado de Israel, gracias al cambio de identidades, será un ciudadano de pleno derecho de ese mismo Estado, con todas las posibilidades. Pero a costa de dejar en el camino lo más íntimo de su ser, empezando por sus padres. ¿Vale la pena?.

En cualquier caso, como digo, es final es inverosímil. ¡Lástima, porque todo lo anterior, especialmente lo que se refiere al cuidado de Eyad a Jonatán, tiene interés!. 

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