lunes, 31 de diciembre de 2018

FENCES-Fences

Año: 2016
País: EEUU
Dirección: Denzel Washington
Intérpretes. Denzel Washington, Viola Davis, Mykelti Williamson, Russell Hornsby, Saniyya Sidney, Jovan Adepo, Stephen Henderson, Toussaint Raphael Arbessolo
Argumento: August Wilson (obra de teatro)
Guión: August Wilson
Música: Marcelo Zarvos
Fotografía: Charlotte Bruus Christensen

Década de 1950. Una antigua estrella del beisbol americano, por circunstancias de la vida, se ve obligado a trabajar recogiendo basura.

Adaptación a la pantalla de la obra de teatro homónima de August Wilson, escrita en 1987, con guión del propio autor, fallecido en 2005, y actores familiarizados con el texto, ya que interpretaron la versión escénica. Está avalada por premios tan prestigiosos como el Pulitzer y el Tony. Además de ser protagonista, mueve la cámara Denzel Washington.

Película enormemente valorada por la crítica. Dejando aparte la interpretación de los protagonistas-tanto los principales como los secundarios-a mi me ha parecido un poco pesada, porque, en el fondo, no es más que la obra de teatro casi literalmente. Pero es que el lenguaje del teatro no es el lenguaje del cine.

El personaje principal-interpretado por Denzel Washington- no es un hombre malo. Es un hombre corriente, que quiere a su esposa, que quiere a sus hijos (aunque se porta con dureza con ellos) y que cuida con cariño (y con remordimiento) a su hermano discapacitado. Sin embargo, llega un momento en que se aburre de su vida, de su casa y se busca una mujer, a modo de compensación, de olvido de la realidad que le circunda. Y tiene una hija con ella. No se arrepiente de lo que ha hecho y pretende seguir viviendo con su mujer, a la que cuenta todo, y después, al morir la otra mujer al dar a luz, trae a su hija a casa, lo que es aceptado por su mujer.

Es un hombre que no termina de aceptar su realidad: su trabajo aburrido, su mujer, sus compromisos, sus hijos y pretende escaparse de ella, olvidando lo que debe a su mujer y a sus hijos. ¿Le podemos comprender de alguna manera?. Es posible, pero a la vez este hombre adolece de una inmadurez que trae como consecuencia que pierda a su mujer, aunque siga viviendo con ella, y a sus hijos. Le falta recursos para aceptar la realidad de su vida, tan pesada. Pero, ¡es lo que hay!. Todo lo demás es escapismo, falta de madurez. Para colmo, no se arrepiente de lo que ha hecho a pesar de ver el dolor de su mujer y de sus hijos.

Su mujer es el verdadero pilar de la familia. Cuidó al hijo de su marido, fruto de una primera relación antes de casarse con ella y después cuidó de la hija, fruto de la relación extramatrimonial. Cuando su marido le confiesa su relación, ella le contesta que se siente tan aburrida como él y, además, desde el primer momento supo que él no era gran cosa. Pero hizo una opción al comienzo de su matrimonio: aceptar a su marido como era, renunciar a sus propias ilusiones y deseos y abrazarse a la vida tal como viniese. Es una mujer que ni huye de sí misma ni huye de la realidad que le circunda. Eso sí, cuando su marido trae a la niña a  casa le dice: ¡Esta niña ha ganado una madre y tú has perdido a tu mujer!. Pero no le echa. Y cuando él muere se esfuerza en recordar todas las cosas buenas de su marido y quiere que sus hijos-que le han rechazado-también las recuerden.

Una vez más, no se puede dejar de pensar que la aceptación de la realidad, tal como es y sin pretender huir de ella, y la relación con Dios es esencial para que la vida no se convierta muchas veces en un túnel oscuro, donde no se ve la luz. Quizás el marido hubiera actuado de otra manera si hubiera tenido en cuenta estas dos premisas.


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